Alcobaça es un pequeño pueblo situado en el pintoresco valle de los ríos Alco y Baca del que toma su nombre. Su orgullo y principal imán de atracción de turistas es el Monasterio Cisterciense, inscrito en la lista de la UNESCO.
Durante más de 700 años, la historia de la ciudad estuvo indisolublemente unida a la Orden del Císter. Allí fundaron su monasterio justo después de la Reconquista, y la ciudad que surgió junto a él se convirtió en sede de la orden y sus intereses. Su desarrollo sólo terminó con la disolución de la Orden del Císter en la primera mitad del siglo XIX.
La mayor atracción y principal monumento de Alcobaça es el poderoso Monasterio Cisterciense. Se considera una de las principales obras de la arquitectura gótica en Portugal. Reconstruido varias veces, también tiene características de otros estilos. Por su monumentalidad e importancia para la cultura del país, fue inscrito en la lista de la UNESCO.
Hay muchos lugares para visitar dentro del Monasterio de Alcobaça. Además de la iglesia, incluyen capillas y lugares de enterramiento de los gobernantes. Las esculturas de los gobernantes portugueses se colocan en la sala pavimentada de azulejos de los Reyes, mientras que los gobernantes portugueses están enterrados en el Panteón de los Reyes. La lápida del rey Pedro I y su amante Inés de Castro evoca las mayores emociones. Fue asesinada a puñaladas por orden del padre Pedro I por ser indigna de ser llamada reina debido a su bajo origen. Según el mensaje, tras llegar al poder, Pedro I ordenó la exhumación de su cuerpo del entierro original en Coimbra y la declaró reina, ordenando a los poderosos besar la mano del cadáver. Ahora están enterrados juntos en Alcobaça y sus lápidas se encuentran entre los ejemplos más importantes de arte funerario del país.